Laura Masa
(Persona que cuida)
Laura Masa
Me llamo Laura, soy familiar de enfermo alcohólico, tengo 33 años. Empezamos el camino de la rehabilitación hace 5 años y nos ha cambiado la vida un cien por cien.
Llevamos quince años juntos, él me lleva cinco años. Empezamos a salir cuando yo tenía diecinueve. Al principio salíamos con los amigos, le ves beber, pero lo ves como algo normal, hasta que llega un momento en que te empiezas a enterar por terceras personas que trasnochaba hasta altas horas. Así un día y otro día, a veces le llamaba por teléfono y no lo cogía o quedábamos con amigos y no aparecía, o aparecía en condiciones no muy normales o se retrasaba y aparecía una hora o dos más tarde. Siempre me decía la misma disculpa –es que estoy trabajando- Te vas mosqueando y te vas dando cuenta de que algo no va bien. Siempre estaba cansado.
A los tres años de estar juntos nos compramos una casa pero me negué ir a vivir con él. Si estábamos con mentiras y con enredos sería como meterse en la boca del lobo. Fuimos a vivir juntos cuando llevaba año y medio en rehabilitación.
Para él era como un juego, su padre le echó de casa varias veces pero luego su madre le acogía, yo le decía que lo iba a dejar pero luego siempre volvía. Mientras siguiera así, podía seguir con el juego, pero me cansé, estaba afectando a mi propia salud. No podía salir a tomar un café con una miga tranquilamente porque estaba 24 horas pendiente de un teléfono, no me atrevía a salir con nadie porque en cualquier momento te llamaba para que fueras a por él. Yo era la culpable de todo, me echaba la culpa de todo. Seguía con las mentiras, llegaba hasta a esconderse en el baño cuando yo entraba en el bar. Por culpa de las mentiras me volví muy desconfiada y lo intentaba controlar todo. Tal como me llamaba por teléfono yo ya sabía si había bebido, si no había bebido o si la iba a liar. Tal como aparcaba el coche cuando iba al bar, ya sabía si acababa de llegar o si había pasado la tarde allí. Aquellos años fueron un infierno.
Empezamos las terapias como amigos, porque todo tiene un límite y te cansas y le dije –hasta aquí hemos llegado- después de tantas mentiras y faltas de respeto. Llegó un punto en el que era él o era yo. Ya no se podía sostener esa situación. En cuanto le dejé unos días, creo que se dio cuenta de que o cambiaba o se acababa para siempre y me llamó y me dijo –necesito ayuda-. También porque su madre le echó de casa. Le dije que lo iba a acompañar a una asociación pero me tendría que demostrar que realmente quería cambiar.
Al principio le costaba mucho ir a las terapias, no quería ir. Pero en estos tres últimos años ha dado un vuelco enorme. Cuando llegamos había mucha gente mayor, las terapias eran conjuntas de familiares y enfermos, para mí fue un poco complicado porque los primeros días lo pasé fatal, sobre todo el primer día. Llegas a un sitio desconocido, con mucho miedo y mucha desconfianza en si va a ser capaz de ese paso o no, pero lo hice por él.
Si no hubiese sido por los dos perros que tengo no sé si hubiese estado aquí, porque llega un punto que como la culpable de todo eres tú, te lo acabas creyendo. Como no me atrevía a salir con mis amigas por vergüenza y por miedo a que me montara un escándalo, me cogía a los perros y me los llevaba a un parque y me podía pasar allí la tarde entera, incluso a veces apagaba el móvil para que nadie me molestara. Me sentía muy sola, no quería demostrar mis sentimientos para no preocupar a mi familia y me sentía en el deber de actuar y decir que todo estaba bien, además los amigos dejaron de salir con nosotros por el tema de la bebida.
¿A quien se lo iba a contar?, si lo contara me dirían todos lo mismo –dale una patada en el culo y déjale- Hubiera sido el camino más fácil.
Si lo aguantas es porque le quieres. La esperanza nunca la perdí, yo me decía –y si le da por cambiar y se encuentra solo- Pensaba que si lo dejaba se hundiría del todo. Si no hubiera sido por dos amigos que han estado ahí y por mis padres no sé cómo nos hubiéramos apañado.
La asociación ALREX Miajadas para mí es como una familia. El recibir algo de cariño de la gente que había allí, que han pasado por una situación parecida y que no conoces, significa tanto para una persona como yo que llegaba tan mal… Si no es por la asociación Felipe podría estar ya enterrado y yo no sé cómo hubiera quedado. Ellos te entienden y te escuchan, los demás te pueden escuchar pero es muy difícil que te entiendan porque no han pasado por eso, pero ellos sí. Poco a poco empiezas a entender la enfermedad y que eso que él hace es parte de la enfermedad y te das cuenta de muchas actitudes y cosas que antes no entendías.
Al año de estar en la asociación le propusieron ser presidente y aceptó. Nos apoyó mucho el presidente de Federación de Alcohólicos Rehabilitados Extremeños y decidimos separar las terapias de familiares y adictos y empezó a ir todo mucho mejor.
Todo cambió, mejoró la confianza, empecé a aprender, a hacer amistades con compañeros. Las discusiones por la adicción desaparecieron y empecé a vivir más tranquila, a salir de trabajar con ganas, a ir a tomar un café con mis amigas, a ir de compras con mi madre, cosas que antes no hacía por miedo. Ahora hemos pasado de un lado a otro, antes era todo mentira y ahora es la mar de sincero.
Hay que pedir ayuda, aunque no es un camino fácil, se puede salir, cuando empiezas a ver la luz al final del túnel, supone el vivir tranquila, el vivir sin discusiones no tiene precio, disfrutar de la familia, de los amigos, el no preocuparse por como vendrá.
Apoyo y paciencia, no hay otra cosa, no faltar nunca a las terapias porque se aprende mucho, no solo de los técnicos sino también de los compañeros, porque todas las historias son similares pero cada uno tiene la suya y de cada una se aprende mucho. Somos todos iguales, no hay uno más que otro.
Se puede salir, no es fácil pero se puede salir. Te puedes divertir sin adicciones, sin ser esclavo de una adicción, a veces hay que caer en el pozo para darte cuenta de las personas que realmente te quieren y a las que no les importas.
He aprendido a valorarme y a ser independiente, he aprendido a que, con paciencia y con ganas, al final se sale.
Te cambia la vida por completo.