Laura López
Laura López
Mi nombre es Laura Vanessa López Ramírez, tengo 18 años el 20 de febrero del 2020 fui diagnosticada con LES (lupus eritematoso sistémico).
Todo empezó hacia marzo del 2019, hasta ahí mis días eran aparentemente normales, el año continuó y mis dolencias cada día eran más frecuentes. Fui varias veces al médico y los síntomas que presentaba, eran de una supuesta “anemia”.
Me mandaron exámenes y todo afirmaba que era así; para mediados de junio del mismo año, empecé a bajar de peso, perdí el apetito, mis articulaciones se me inflamaban y tenía partes del cuerpo se me dormían.
Así transcurría mi vida, para ese entonces, estaba en el colegio; poco a poco sentía como se me iba la vida y no entendía que sucedía conmigo, tenía miedo, pero no lo hablaba con nadie.
Para el mes octubre mi cuerpo ya no podía más y mi mente, poco a poco, se iba debilitando también -en ese momento sentí miedo de no seguir este mundo- poco a poco perdí la fuerza en mi cuerpo, ya no podía caminar y mi familia pensaba que todo era psicológico, “salir adelante”, “eso es pereza” y cosas así que, la verdad, no ayudaban. Yo intentaba dar todo de mi, pero no podía.
Para el mes de diciembre ya ni sabía mucho de lo que pasaba fuera de mi casa, ya no iba al colegio porque no podía caminar; en todo caso ya habían terminado las clases. Para la época de navidad no hice mucho, el día de Año Nuevo me lo pasé durmiendo y llorando porque, mientras que todos lo festejaban, yo estaba en una cama, en una conversación conmigo misma, donde mis palabras fueron: “Dios, si es la hora de irme por favor no me hagas sufrir más estoy cansada”. Pasaban minutos, horas, días y no podía sentarme por mi misma, ni ir al baño. Una vez intenté ir sola y me caí, mi hermano menor tuvo que levantarme del suelo y ponerme en la cama.
Todo eso me afectaba mucho, pero era más el dolor de ver cómo sufrían las personas que me rodeaban y no podía hacer nada para que no sintieran lástima por mí, o bueno yo lo veía así. Para finales de enero me empezó a doler el estómago, estuve así varios días pero mentía sobre mi dolor para no causar más problemas, una semana después el dolor era más fuerte que yo y me llevaron al médico.
Me dejaron inmediatamente hospitalizada, me doparon e hicieron todo lo que tenían que hacer. Estuve 20 días en el hospital, 20 días que, aunque hay momentos que se ausentan de mi mente por todo el tema de la medicina y cosas así, han sido los días más importantes, duros , crueles y fuertes, envueltos en un mar de emociones.
Hoy ya estamos a 17 de agosto del 2020, llevo 6 meses en tratamiento, perdí mi cabello por los medicamentos, tengo días de insomnio, días de depresión, dolor en mis articulaciones y una montaña rusa de complejos con mi nuevo yo.
A pesar de todo esto, es la experiencia más rara que uno puede vivir o bueno, por lo menos, para mí.
Una vez leí que somos dos partes, cuerpo y alma, y nunca le había visto tanto sentido hasta mi diagnóstico. El Lupus es eso, cuerpo y alma, porque aunque se ven en uno solo, están muy aparte muchas veces; tu mente quiere todo y tu cuerpo dice “para , hoy no”; pero todo es para aprender a vivir y ser más feliz, aún con dolencias, amar a tú enfermedad y aconsejarla para que no duela tanto.
Mis días ahora son algo muy cotidiano, es raro levantarme y ver que, a pesar de todo lo vivido, sigo acá, aparentemente más fuerte, pero también más débil de lo que solía estar antes de mi enfermedad.
Hay momentos de debilidad y depresión, pero siempre está mi novio apoyándome y mi familia también. Mi novio se ha convertido en mi apoyo más grande y, junto con mi familia, una de las razones para no rendirme.