En el año 2005 un adenocarcinoma de recto, me operaron, me hicieron una resección anterior y me administraron quimioterapia, seis ciclos, y radioterapia pélvica con más de veinticinco sesiones.

Desde el año 2006 tengo incontinencia fecal de urgencia además de otros síntomas defecatorios asociados.

Al principio, los episodios de incontinencia, eran cada uno o dos meses, luego cada mes y con el paso de los años llegaron a hacerse prácticamente diarios.

Acudí a consultas con varios especialistas, coloproctólogos, digestivos, nutricionistas, y realicé diversos tratamientos, especialmente dietéticos y farmacológicos, con nula mejoría.

En ese tiempo nadie me dijo lo que tenía ni por qué lo tenía. Fue una época muy dura y frustrante. Los trastornos defecatorios que padecía me habían cambiado la vida, afectando no solo al ámbito personal, si no también familiar, social y laboral, con una repercusión muy importante y una merma muy importante en la calidad de vida.

Tampoco puedo olvidar el impacto de este trastorno en la esfera psicológica, la vergüenza, el miedo, la incertidumbre, el estrés, la ansiedad, la angustia, el sufrimiento que genera en las personas que lo padecemos.

En mayo de 2016 acudía a una jornada de incontinencia fecal celebrada en el Hospital del Mar, en Barcelona, y allí conocía a la asociación ASIA que me brindó todo su apoyo y cariño desde el primer momento. Escuché por primera vez que mi problema de incontinencia tenia solución y contacté con los médicos de la unidad de suelo pélvico que se ofrecieron a hacerme los estudios pertinentes en dicho hospital. Empecé a ver la luz al final del túnel.

En septiembre de 2016 me valoraron en consulta, me hicieron las pueblas complementarias, me pautaron tratamiento farmacológico y me programaron tratamiento de fisioterapia de suelo pélvico con con biofeedback anorectal. Mejoré un montón, conseguí salir del túnel.

Es verdad que con el paso del tiempo algunos de estos tratamientos pierden eficacia por lo que hubo que recurrir a otras opciones terapéuticas para seguir manteniendo una buena calidad de vida.

El 22 de marzo de 2019 sufrí un ictus hemorrágico que me introdujo de nuevo en el túnel, me apagó la luz y me dejó encerrado y a oscuras a merced de la incontinencia. Toca pues levantarse y empezar de nuevo o perder el ánimo y la esperanza.