Jorge Gómez
Jorge Gómez
Siempre he sido una persona muy amigable y respetuosa sobre todo con las personas con las cuales tengo y he tenido contacto laboral, ya que gozo de mucha empatía con ellos. Era una persona muy amiguera y juguetón pero ya, a partir del año 2007 (45 años), mi vida empezó a dar un giro inesperado con algunas enfermedades, en ese tiempo manejables, hasta que en el 2019 me detectan la enfermedad.
Cuando hicieron una junta médica después de más de dos años de espera con la hipertensión que tenía, presentar ronquidos de menos a más, no poder dormir bien mis horas y los continuos dolores de cabeza, suponían la enfermedad y cuándo me realizan la polisomnografia, confirmaron que tenía la apnea del sueño en mayo del 2019.
Luego de ello, una vez la confirmación, me dijo el neurólogo que debía de adquirir un equipo CPAP, que aquí en mi país el seguro social no cubre esa eventualidad por pertenecer al grupo de enfermedad huérfana, catalogada así por el Ministerio de Salud de mi país Perú. Y no fue hasta setiembre del mismo año, por intermedio de una amiga me comentó que un marino de USA en modo desinteresado me regalaba un equipo de segunda que había utilizado con anterioridad, gesto del cual estoy muy agradecido.
Definitivamente a mí, al enterarme de dicha dolencia física, me chocó mucho saber que es una enfermedad que no tiene cura y que solo nos queda afrontar las consecuencias, que llegan con los años pero que, en mi caso, creo se están adelantando un poco más de lo esperado...
Nosotros los que sufrimos esto solo queremos tener una mejor calidad de vida pero he tratado de ubicar alguna entidad o institución aquí que vele por nosotros, pero no hay. Como mi dice un amigo, esta enfermedad es de ricos porque el que tiene dinero se va a la mejor clínica y se compra lo mejor en equipo.
Me siento desahogado al haber contado parte de mi vida... porque, a mis 60 años ya cumplidos, quiero seguir viviendo para mi familia. Está creciendo de a pocos y solo pido al Ser Supremo que me conceda ese deseo. Las demás etapas de mi vida ya las tengo logradas, bueno faltando una que es de llegar a jubilarme por supuesto.
El consejo que podría dar a las personas que sufrimos de este mal es vivir el día a día, hacer cosas nuevas que se vieron truncadas por algún motivo. Si ella o él no les quiere acompañar a caminar o irse a pasear en bicicleta pues háganlo solo o sola, ahora más que nunca es empezar a quererse más porque, la verdad en estos tiempos cibernéticos que vivimos, nadie lo va hacer por nosotros.