Javier Castejón
Javier Castejón
Me llamo Javier Castejón, llevaba consumiendo alcohol como casi todos en este país, desde muy joven, desde los diecisiete años, pero yo habitualmente y en cantidad. Dejé de beber en 1997, llevo veintiún años en abstinencia, considero que lo corté a tiempo lo que me evitó tener problemas graves y tener una vida nueva.
Estuve bebiendo de forma constante y diario y de forma abusiva durante más de diez años. Me empecé a dar cuenta aproximadamente dos o tres años antes de dejarlo definitivamente, de que tenía un problema y me acostaba todas las noches diciendo que era el último día que bebía. La situación llegó al límite, empecé a tener problemas con mi pareja, ella fue la que me dijo que o ponía cartas en el asunto o se acababa la vida en común. Es normal que pasara porque debido a la vida que damos a las parejas, siempre se llega a un punto final donde hay que elegir la pareja o el alcohol. En mi caso fue: "ahí tienes las páginas amarillas o las maletas, tú eliges". Tuve la suerte, la luz, de elegir la pareja, ella me ayudó muchísimo y buscamos una asociación aquí en Zaragoza. Gracias a la asociación y al tratamiento médico con aversivos lo conseguí dejar, sin ninguna recaída hasta el día de hoy.
Se lo debo todo a la asociación, a mi pareja y a mi hijo, son los pilares fundamentales en una rehabilitación. En al año 2001 creé una asociación para seguir con la labor. En ese camino estamos.
Cuando te das cuenta de la cosas que podías haber hecho sin consumir alcohol …..
En el momento en que consumes te parece que estás en buenas condiciones, que no te afecta en tu día a día pero, cuando dejamos de consumir, a los tres o cuatro años, es cuando te das cuenta de las limitaciones que te produce, que no rindes al cien por cien, no tienes una concentración adecuada en el trabajo y que disminuye tus capacidades productivas. Es entonces cuando te das cuenta del potencial y del tiempo que has perdido. Debido a mi trabajo por las tardes las tenía libres y no hacía nada y era veinte años más joven, sin embargo ahora no paro. Da rabia.
La lucha contra el alcohol es una lucha perdida, la labor nuestra y considero que es una de las labores fundamentales de una asociación es el ayudar, el enseñar a la gente a convivir con el alcohol. Un enfrentamiento frontal con el alcohol no se puede llevar a cabo. Es preferible aprender a vivir con él. También estoy absolutamente en contra de la actitud “que malo soy y que mal lo he hecho”, somos personas absolutamente normales y hay que huir del estigma social que se puede producir.
Nos damos cuenta de que tenemos un problema, pero somos incapaces de dejarlo, normalmente hay un detonante que te empuja a dar el paso, a tomar la decisión de dejarlo, un problema familiar, laboral, judicial…
Llevo veintiún años en asociaciones y en ese periodo contaría con los dedos de una mano los casos de personas que han venido de forma voluntaria y me sobrarían dedos. Se puede decir que siempre vamos a las asociaciones “voluntariamente obligados”. Nos lleva el familiar, el médico o el juez.
Cuando fui a la asociación Sares por primera vez me atendió una persona maravillosa que fue la que me introdujo y me puso en marcha. Funcionamos como todas las asociaciones, grupos de ayuda mutua, algo de ayuda médica con aversivos y vitaminas. Básicamente es la ayuda que recibes de las personas que hay en el grupo de ayuda mutua, te ves reflejado, cuando cuentas tus cosas, y tus compañeros también, te das cuenta que no eres un bicho raro, que todos y todas hemos hecho lo mismo, hemos pasado por las mismas cosas, cada uno con sus matices pero todos llevamos el mismo camino. Cuando te das cuenta que la persona que tienes enfrente ha salido y ha hecho cosas y le ha cambiado la vida, dices.., "pues yo quiero hacer lo mismo". Hay diferentes caminos, el mío fue, porque soy muy cuadriculado, coger a una persona, a Adolfo, al que quiero con locura, y que ha fallecido, y decirle: “a ver cuéntame qué has hecho tú para llegar a donde estás, yo quiero llegar también”. Me dijo las cuatro cosas que hay que hacer, porque no son más, las hice sin cuestionármelas, y así llevo veintiún años.
A la gente que llega nueva le cuesta asumirlo, el no cuestionar estas cosas, suena duro decir no entres en bares, no bebas bebidas sin alcohol, no hagas esto, no hagas lo otro y saldrás. Es el único camino que hay, hay que ser disciplinado y no ponerlo en duda, aunque le pasa a todo el mundo y entra dentro del proceso de rehabilitación la recaída.
Plantéate si prefieres vivir en soledad o en compañía, rompe los hábitos que tienes para salir del consumo y se feliz.
El alcohol lo único que consigue es quitarnos la libertad, una vez que dejamos el alcohol, tenemos libertad, el alcohol consigue que estemos todo el día pensando en él.
Una vez que se sale del pozo, te vuelves una persona con mucha más capacidad. Hay que mantener la memoria de cómo éramos y como somos.
Ahora tienes mucha más vitalidad, muchas más ganas de hacer cosas, más alegría, ganas de relacionarte, ayudar a los demás a salir del mismo pozo en el que hemos estado. Nos pasamos igual de bien las noche viejas, los cumpleaños, las bodas, es más, muchas veces mejor, porque nos damos cuenta de muchas más cosas y además al día siguiente nos levantamos mucho mejor por muy tarde que nos acostemos, mucho más conscientes de lo que has hablado, con quién has estado y a quién has conocido.