A los siete meses de nacer mi hija, en una revisión periódica anual, me encontraron algo en la mama derecha que, en principio, parecía ser un quiste de leche porque, en ese momento, le estaba dando de mamar a mi hija. Me hicieron más pruebas para descartar que fuera otra cosa pero, después de tanta prueba yo ya me olía algo. A los dos días, me llamó la doctora por teléfono para pasar al día siguiente por la consulta. Me dijo que tenía un cáncer de mama y que me lo habían encontrado muy pronto, gracias a la revisión.

Cuando me lo dijeron fue muy duro, lo que primero pensaba era en la niña, la primera impresión cuando te lo dicen y escuchas la palabra cáncer, es que te vas a morir. Me dijeron que me tenía que operar. En aquel momento, mi situación era difícil porque a mi padre con 63 años, le había dado un ictus y estaba viviendo conmigo ya que mi madre acababa de morir y también, mi mejor amiga, se había muerto de un cáncer de pulmón unos meses antes. Al principio todo eso se te junta en la cabeza.

Me recomendaron ir a ver a una psicooncóloga al hospital y al día siguiente, en la primera charla que tuve con ella, mi visión cambió, pensé que había que tomárselo con optimismo, que todo iba a salir bien y que había que seguir adelante, lo que tuviera que venir que viniera, pero siempre con optimismo, ni pesimismo, ni venirse abajo, aunque a veces sea inevitable, lo importante es querer. Te ayuda mucho el llevar las cosas de forma positiva. Desde aquel momento mi sonrisa ya no se borró de la cara.

Sentí mucho apoyo de mi pareja, también me apoyó una de mis hermanas, y un amigo, que era el marido de mi amiga fallecida, que además es el padrino de mi hija. También me sentí muy apoyada por las compañeras del trabajo y mis amigos de la infancia como Beatriz que somos amigas desde pequeñas y que estábamos pasando, en ese momento, por una situación muy parecida, ella también con su hijo Borja que le diagnosticaron un linfoma de Burkitt.

Me operaron, el tumor estaba muy localizado y no se había extendido, me hicieron una tumorectomía, no encontraron más ganglios afectados y me reconstruyeron el pecho. Después estuve dos meses con mucha incertidumbre porque mandaron analizar el tumor y no tenían claro si era conveniente aplicar quimioterapia; después de unas cuantas reuniones decidieron que no era necesario y me prescribieron 35 sesiones de radioterapia y también continuar 10 años con el tratamiento médico.