Gloria Guardia
Gloria Guardia
Mi nombre es Gloria Guardia, tengo 58 años. Ahora hace 15 años comencé con dolor en la mama derecha, me tocaba revisión y la respuesta de mi ginecólogo a este dolor fue..., “chatina es normal por la edad, además el cáncer no duele ”, tenía 43 años, no le dio importancia y estuvo todo el rato hablando del parto de mi hermana, había sido días antes, y me fui a casa con una pomada de progesterona. En mayo el dolor era insoportable, dormía con un cojín en la axila, volví y me hicieron una mamografía, no se veía nada y la ecógrafa decidió hacer un Paaf, a la semana ya teníamos resultados, carcinoma.
En junio nos íbamos de viaje con mis hijos de 17 y 18 años , nos hacía tanta ilusión que propuse operarme después del viaje, pero cambiamos viaje por mastectomía, el bulto era muy grande en relación al pecho, vaciado ganglional 15 ganglios y 7 afectados e invasión intracapsular focal, quimio, radioterapia, después 6 años de tratamiento con antiestrógenos y tras confirmarse menopausia, entré en un ensayo con inhibidores de aromatasa, en el que estuve 3 años y medio pero se decidió interrumpir el ensayo para minimizar la toxicidad y deterioro físico.
A los 10 años de la mastectomia, decido junto con mis médicos la reconstrucción de la mama en tres operaciones, separadas por un año entre una y otra con la técnica de colgajo musculocutáneo del dorsal ancho. Aunque no tenía medicación seguía en revisiones oncológicas cada 6 meses o un año, no estaba dada de alta pero estaba libre de enfermedad.
En la revisión de mayo 2016 refería un dolor muy fuerte que me impedía caminar en muchos momentos y en la cama era peor, pero los marcadores estaban bien y la gammagrafía que me hicieron también, y como me llevaban en la clínica del dolor y había una infiltración guiada por ecógrafo en esos días en las lumbares, pues me dieron hora para un año con la oncóloga. Hasta esa nueva visita me volvieron hacer otra infiltración, esta vez guiada por tac y me visitó el reumatólogo en varias ocasiones haciendo infiltración en ambos trocánteres y diciendo que mi índice del dolor era bajo.
En mayo del 2017 me toca oncóloga y nada más sentarme me dice que tengo metástasis, que no sabe dónde, le pregunto en qué se basa y me dice que mis marcadores durante 13 años han estado perfectos y que ahora habían subido. Hacen gammagrafía no sale nada y se confirma metástasis en sacro izquierdo con PET y biopsia. Llevo 22 meses en un ensayo clínico. El día que mi oncóloga me dijo tienes metástasis solo pensé en muerte, hoy sólo pienso en vivir cada día como si fuera el último, la medicación me permite llevar mi día a día con bastante normalidad, el dolor desde que estoy en tratamiento está controlado.
Yo no tengo nada que agradecer a esta enfermedad con la que convivo desde hace 15 años, pero sí que he aprendido a vaciar mi mochila, a relativizar, a agradecer, a valorar las pequeñas cosas, como levantarme por mi misma, vestirme, salir a la calle, a quererme, a ser compasiva conmigo, a delegar, a descansar, etc ., a querer si cabe aún más a mi familia y pasar momentos de calidad con ellos. Gracias a psicólogos y personas estupendas estoy aprendiendo a no juzgarme y no juzgar a los demás y algo muy importante a aceptar la situación que me toca vivir. Cuanto me ha costado la aceptación.
Para mí, el hospital Vall d’Hebrón es lo más, me siento segura, es mi segunda casa, me da confianza y todos los ángeles que allí trabajan son las personas más bonitas del mundo, empezando por las personas que me programan la próxima cita como Luis, Laura, siempre con una sonrisa, una palabra amable, dando todas las facilidades, las enfermeras..., ¡como las quiero! y mi Dra . Merixell, ese es mi ángel de la guarda que me cuida desde hace muchos años, siempre alegre, siempre con un plan b, una mujer, doctora ,
Hoy sólo necesito más investigación para más vida, ese es nuestro lema, que la metástasis sea en un futuro una enfermedad crónica, quiero vivir y sin investigación, mi vida y la de todas las mujeres con metástasis se acaba. Quiero ver crecer a mi niña y a mi nieto, ver los logros de mis hijos mayores y quiero vivir al lado de mi marido muchos más años de los que me pronostican, los maridos, nuestros compañeros en este duro camino, los grandes olvidados en esta dura enfermedad.
A pesar de todo esto soy muy feliz y nunca pierdo la sonrisa y vivo lo más intensamente que mi día a día me permite, ya que dependo de una agenda médica, relativizando la mayor parte de las cosas y poniendo humor en mi existencia ¡Fuera miedos innecesarios!