Francisca Rivas Rodríguez
(Persona que cuida)
Francisca Rivas Rodríguez
Me llamo Francisca Rivas Rodríguez, los conocidos me llaman “Paquí”. Paquita como sé que es con cariño no me importa, soy Auxiliar de Ayuda a Domicilio. Un trabajo intenso pero me hace feliz.
Empecé a trabajar después de fallecer mis padres y descubrí que era un trabajo tan intenso como satisfactorio, al menos para mi. Este trabajo me enseña tantas cosas día a día. Las personas a las que cuido suelen tener enfermedades crónicas, difíciles y tenemos que darles “una chispita de vida”. Ya de por si, su vida es complicada y nosotros debemos ser el aliciente en sus vidas, por lo menos para mí es así.
Todos necesitamos sentirnos queridos, amados, especiales y eso tenemos que procurar hacerlo. Para mi, cada uno es diferente y cada uno de ellos me aporta algo en mi vida y una satisfacción personal.
El cariño, el amor incondicional traspasa todos los males y enfermedades, el tono de voz y el buen humor, es una medicina fácil y llega a todos los usuarios/as. Reconozco que soy un poco payasa y hago payasadas para sacarles una sonrisa o una palabra graciosa, o una cancioncilla o un baile, es importante llegar a ellos.
Cada día es especial, como cada usuario lo es, procuro que ellos se sientan así porque para mi lo son.
Dedicar su tiempo a ellos totalmente es algo que perciben y agradecen; me gusta hacerles tonterías como cantarles “cumpleaños feliz” en una magdalena o en una piña con su velita y soplar, ver sus caritas de felicidad es el mejor pago que me pueden dar.
Tengo una usuaria que le encantaba cantar y lo hacía muy bien; ahora a sus 84 años con Alhzeimer agresivo reconoce algunas canciones y le canto alguna y ella termina con una palabra y me doy por satisfecha. No por eso no dejo de cantarle, una y otra vez, unas veces me contesta y otras no, pero reconoce mi voz y es mi recompensa.
Tengo miles de experiencias con mis usuarios/as y de todas me llevo una alegría y satisfacción y más cuando sus familiares y allegados lo sienten y te lo dicen. Apenas hace unas semanas que se fue una persona muy querida para mi, me pude despedir de ella y su hija me mandó un mensaje precioso dándome las gracias por querer a su madre y le dije: "No tengas penas porque se fue, ya no sufre y mira al cielo o a las montañas y piensa que una estrellita brilla más fuerte y siéntela siempre".
Mi meta cada día es conseguir una sonrisa, una mirada cómplice o un bonito gesto y así lo consigo. Me siento feliz en mi trabajo aunque algunas veces tiene sus lados más difíciles y complicados, siempre procuro verlo desde el lado positivo. A veces puedes tener días muy duros pero siempre hay que tirar hacia delante.
En un mismo día he podido tener los últimos momentos de una querida usuaria y ayudar a su hija a despedirse de su madre, cuando vi que la muerte acechaba y su hija se resistía a que su madre se fuese; alentarla a que la abrazara y besara y no llorase aunque fuese su final, que sintiera que estaba con ella, si recuerdas no olvidas y seguidamente era el día del otro usuario, le compré sus pastelitos y le cante feliz en tu día y después lloramos la muerte de mi anterior usuaria y después de limpiar las lágrimas y seguir.
La vida es eso, risas y lágrimas. Tenemos que buscar los pequeños detalles que nos hacen que la vida tenga su chispita, siempre.
He estudiado auxiliar de enfermería y son muy importantes los conocimientos, como no, pero mi experiencia me dice que la mejor medicina es una buena dosis de amor (1-1-1), muchísimo cariño y mucha paciencia.
Premios Relatos Supercuidadores 2020.
Este testimonio ha sido cedido por http://cuidadores.unir.net, con autorización del autor; en colaboración para dar visibilidad a las personas que viven ante la adversidad en la salud.
https://cuidadores.unir.net/premios-supercuidadores/relatos-vi-edicion-2020/2863-la-mejor-medicina