Comenzaré diciendo que no podía caminar de pequeña; comencé a caminar con 6 años.

Ningún médico daba una sola esperanza de que pudiese vivir y mucho menos caminar.

Mi última operación fue con 15 años, fue la intervención más dura y la que recuerdo como la peor batalla en la que tuve que luchar contra mi misma y por vivir, ya que surgieron muchas complicaciones y debidas a ellas apenas me daban esperanzas de poder seguir viviendo.

Entré en coma durante 22 días; cuando desperté, quede en silla de ruedas sin poder caminar pero siempre tuve la fuerza de voluntad para aceptar las cosas tal y como sucedieron y seguir adelante. Aún me emociona mucho cuando recuerdo que me costó muchas lágrimas, esfuerzo y perseverancia, levantarme y volver a caminar, pero aún así fueron más grandes mis ganas de seguir viviendo.

Fueron meses de rehabilitación, donde me vine abajo, caí y me levanté más fuerte, muchas ganas, ilusiones y el empeño a seguir agarrándome a la vida y sobretodo, la fe fue lo que hizo que lograra volver a ponerme en pie.

Desde recién nacida llevé varios corsés y aparatos durante años; la sala de quirófano, junto con el hospital, han sido mi segunda casa, son quienes han visto como empeoraba de golpe e incluso como mejoraba y regresaba de nuevo a mi casa recuperada para seguir viviendo.

Tengo baja estatura, y acortamiento del tronco, a causa de mi curvatura, pero eso no me a impedido nunca dejar de luchar por lo que quiero y tener una vida completamente normal aun con mis limitaciones.

Hasta los 18 años hice rehabilitación. Después me decanté por otros ejercicios como Pilates, yoga o incluso danza oriental que me apasiona.

Actualmente voy al gimnasio para  mantener mi musculatura fortalecida, mantener el equilibrio y una postura adecuada, además me ayuda mucho a no tener dolores.