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Elena Lekuona, Incontinencia, Málaga, España.

Incontinencia

"La salud psicológica es el motor de la salud física"

Elena Lekuona

Elena Lekuona

Imagen de perfil de Elena Lekuona, Incontinencia, Málaga, España

Me llamo Elena y soy una persona muy muy exigente y muy perfeccionista y aunque tengo otros muchos valores, este es el que más se ha destacado a partir de mi incapacidad con la incontinencia, porque no fui capaz de hacer frente a lo que me venía encima.

Actualmente vivo en Málaga pero he vivido toda mi vida en Madrid, donde nací. Hace año y medio he pegado un cambio total a mi vida, a mi profesión, a mi lugar de residencia y actualmente me venido a vivir a la playa, el deseo de mucha gente, lo he podido hacer realidad. Tengo 47 años, tuve a mi hija con 40 y, a raíz del parto, sufrí un accidente obstétrico que me produjo el problema de la incontinencia. Tuve un estallido vaginal de grado 3C, del cual se desconoce el origen, nadie sabe muy bien por qué pasó esto, fue un accidente. Esto supuso que la convivencia con la incertidumbre se acentuara todavía más, porque todos de alguna manera necesitamos encontrar un culpable, nos libera de alguna forma y yo no podía echarle la culpa a nadie, aunque sea a uno mismo. Nunca nadie me ha sabido decir el porqué y ya he dejado de buscarlo, hubieron unos años de búsqueda de respuestas pero como parece que no era sencillo, me dediqué a aceptarlo.

Cuando di a luz, todo fue muy aparatoso, tenía una cantidad de puntos que nadie sabía realmente cuantos eran. Estaba súper dolorida, y no tenía información de qué me había pasado ni qué me habían hecho, estaba en la habitación de un hospital recién parida con un bebé, pero me encontraba como si me hubieran atropellado doce camiones. Si cualquier mujer ya sufre en ese momento incertidumbre al tener un bebé, ya que por muy deseado que sea, te cambia la vida, además, yo tenía que aceptar, a la velocidad de la luz, que me hacía todo encima y nadie sabía por qué me había sucedido.

De primeras y durante un año, en el que estuve bastante ausente de la realidad, me encerré en casa y me dediqué a cuidar a mi hija, a darle de mamar y a acompañarla y no me ocupé de mí. Me hacía todo encima, iba al baño siempre que podía, no salía de casa, no hablaba con nadie, ni comuniqué mi problema a nadie porque no podía, no pude hacer frente a lo que me estaba pasando. Era como si no existiese, usaba a mi hija de excusa, ella me necesitaba, el parto había sido complicado… La gente te respeta y te deja hueco, pero no era cierto, mi hija obviamente no me necesitaba tanto, además no podía enfadarme con nadie, ni con los médicos, porque no se sabía por qué me había pasado, ni conmigo, porque no tenía culpa, ni con mi hija, porque era muy pequeña; mi vida había cambiado a peor, se había transformado en un infierno, y era una realidad que tampoco quería aceptar que por el hecho de tener un bebé mi vida era terrible.

Mi problema más grande no ha sido la incontinencia en si, si no el no haber sabido enfrentar, explicar y hablar. En el aislamiento que yo fabriqué fomenté la soledad, mi familia estaba a mi lado, pero yo  no pedía ayuda, ni les contaba, ni les decía como me sentía. Esa es una de las gran incapacidad que me sucedió, motivada por la vergüenza que sientes, ya que la incontinencia anal es sucia, desagradable y crees que nadie merece ni siquiera intuir que pueda existir. Esto te hace alejarte todavía más del refugio que te puedan dar tus amistades o amigos. Me aislé mucho y me sentí muy, muy sola y abandonada, pero parte, lo estaba generando yo. 

Siempre tuve claro que esto se acabaría, pero si es verdad que hubo momentos en los que tenía clarísimo que mi familia iba a estar mejor sin mí. Esto no significa en que estuviera pensando en algo trágico o terrible como puede ser un suicidio, pero sí que, desde luego, mi ausencia y mi falta de empatía, les iban a hacer la vida un poquito más fácil, lo tenía muy presente y fue una nube que me acompañó mucho tiempo.

Estuve año y medio visitando consultas de médicos y médicos buscando esas respuestas que todos necesitamos para avanzar, no llegó la respuesta del porqué, pero si llego la respuesta del "quizás tengamos la solución para que esto te deje de pasar", y con esto me quedé, dejé de buscar el origen y abracé la posibilidad de que la incontinencia pudiese frenar y ahí inicié el proceso para poder entrar en la implantación de un neuroestimulador de raíces sacras que, en mi caso, si ha funcionado y me ha dado una calidad de vida casi normal.

Respecto a la parte física, me funcionó bastante rápido, a los dos años ya estaba en tratamiento y funcionaba, fue muy rápido, conozco muchos testimonios de personas de la asociación a la que pertenezco, ASIA, y que se solucione el problema en dos años es una suerte tremenda, pero donde me había atascado era en la parte psicológica, no conseguía avanzar. Fue la que me limitó realmente y la que me ha costado quitarme otros cuatro años más, y de ahí viene este perfeccionismo e intolerancia absoluta a que las cosas no sean como tienen que ser, la que me ha frenado tanto. Al final necesité muchísima psicología, por eso abogo para que tanto la salud física como la mental estén presentes en los protocolos médicos porque, por desgracia, todavía son caminos separados y no es así, son solo uno, la salud es solo una.

"No dejar de buscar solución porque siempre la hay"

Foto de la historia de salud de Elena Lekuona, Incontinencia, Málaga, España

Entré en la asocicación ASIA, (Asociación para la incontinencia anal), y me encontré una humanidad brutal, me sentí acogida, entendida, no te sientes sola, no eres un bicho raro, puedes expresarte con tus palabras, nadie te juzga, fue una aparición. La primera vez que fui a una reunión, ha sido una de las cosas más emocionantes que he hecho en mi vida, de verdad. En la asociación ves gente que sufre más que tú y que me ha hecho sentir muy pequeña, muy cobarde, muy poca cosa, pero cada uno se enfrenta a sus miedos y a sus demonios en la medida en que van llegando, tienes todo el derecho a sentirte triste aunque haya personas con enfermedades mucho peores, nos tenemos que dar el permiso a poder pasar nuestro proceso como venga.

Ahora estoy bien, ahora, y con todo lo que pasé y el haber sido madre, me he propuesto que sirva para tener un vida mejor, esa ha sido mi gran transformación. Uno, aceptar que soy una persona con incontinencia, pero no soy solo eso, soy muchísimas cosas más y dos, que todo lo malo que nos pueda pasar, estamos obligados a transformarlo en algo bueno, y quiero pensar que lo he conseguido. Tengo otro tipo de relación con las personas porque tengo otro tipo de relación conmigo, y eso no lo hubiese hecho sin este tortazo tan grande que me ha dado la incontinencia que me ha transformado. Es humillante, es muy humillante, son humillantes las pruebas, son humillantes los resultados,  y resulta una cura tremenda de humildad, cuando crees que estás haciendo siempre lo correcto y crees que estás haciendo las cosas bien en este mundo de posible perfeccionamiento, de lucha por ser mejor, esto es un zurriagazo que te coloca en tu sitio. Ha sido un aprendizaje fantástico.

He empezado una nueva vida en todos los aspectos y casi solo me queda una relación de pareja que ya veremos a dónde nos lleva, todo ha quedado bastante arrasado. Conservo mis amistades, pero no he sabido explicar o no han sabido entender, porque seguían proponiendo picnics en medio del campo y cosas en las que tenía que decir que no podía ir, que necesitaba un baño cerca, que no podía hacer viajes poco planificados, estas cosas se olvidaban.

Antes del neuroestimulador, no tenía vida, lo es todo, de vivir en un aislamiento total, a tener una vida normal. Si me lo propusiese, cosa que no hago porque quiero dar visibilidad, nadie sabría que tengo incontinencia. Conociéndote, teniendo una vida ordenada con la alimentación y con hábitos higiénicos, estás camuflado totalmente con la sociedad. Tu vida pasa a ser otra, antes no tenía vida y ahora sí.

No dejar de buscar solución porque siempre la hay. A mí me ha marcado mucho  en mi recuperación el aspecto psicológico; no olvidemos que la salud es una y que incluye la física y la mental. No descuidemos la parte psicológica porque es el motor de la física. Son dos cosas vitales. Conozco a gente que no se cuida psicológicamente y es un lastre para ellas. 

En mi día a día hay una parte muy importante que la tengo enfocada a la asociación ASIA y forma parte de mi pulso, igual que la asociación me ayudó a mí, yo quiero poder ayudar al resto de las personas. El haber sufrido el accidente y sus consecuencias ha hecho que mi vida gire 180 grados, y que ahora considere que estoy donde tengo que estar y de la manera que soy. Me siento más auténtica que antes del accidente y eso es un regalo. El accidente me ha traído un regalo de vida. No es una manera de hablar, ni es retórica, lo siento así cada mañana que me levanto.

He conseguido recuperar una vida normal, tengo que cuidar mi alimentación, mis nervios y la salud física y psicológica. Con estas cuatro partes estables, mis hábitos son exactamente iguales que antes del accidente. No cambia nada.

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