Daniel Soriano
Daniel Soriano
Soy Dani, tengo veinte años, empecé a consumir alcohol a los trece años, con el paso de los años fue aumentando el consumo y a partir de los diecisiete años, empecé a consumir cocaína, y te acabas alejando y perdiendo amigos y familiares que ya no te ven igual y no te quieren igual.
Cuando empecé a beber nos juntábamos con chicos mayores, yo querías ser como ellos, no como mis amigos, quería ser más mayor de lo que en realidad era, para ello me apoyaba en el alcohol, cuando mis amigos empezaron a beber yo ya estaba con la cocaína. La primera vez que bebí, me bebí una botella de ginebra, me puse malísimo.
Hasta los dieciséis años no empecé a beber diariamente, bebía fines de semana y si cuadraba algún martes y jueves, pero, si es verdad que cuando bebía lo hacía en gran cantidad, no podía parar, no tenía término medio. Mis amigos se daban cuenta, cuando ellos se marchaban yo me quedaba hasta que me tenían que echar de los bares, vinieran a recogerme mis padres o alguien me llevara a casa.
A partir de los dieciséis empecé una relación y salía todos los días, yo salía antes del trabajo y la esperaba en el bar tomando copas hasta que quedábamos.
Una noche se me fue de las manos, ya estaba en una situación en la que estaba mal, veía cosas raras, antes de consumir cocaína consumía cristal, speed y pastillas y aquella noche me pasé, estaba agobiado en la discoteca donde estaba, sentía que venían a por mí, salí corriendo y al cruzar una carretera me atropelló un coche y me rompió la tibia. A partir de ahí mis padres se dieron cuenta, pero no percibí el empujón que necesitaba, yo sabía que tenía un problema, eran peleas los fines de semana, golpes con el coche, siempre era la misma historia.
El accidente fue la gota que colmó el vaso. De chaval competía en ciclismo, fui campeón regional de mi categoría y competía mucho y un compañero de mi equipo que es de aquí de Villarrubia, está en la asociación ADAR y él me hablaba de la asociación, acabamos siendo muy amigos, como hermanos, habló con mi madre para ir a la asociación, yo me negué, pensaba que no me hacía falta, que con el incidente del coche era suficiente, pero no fue así, después vino lo de la cocaína.
Me acuerdo que empecé a consumir cocaína en una final de la Champion League de hace tres años, me invitaron, desde el primer momento y a raíz de probarla por primera vez ya sabía que iba a ser cocainómano. A la media de probarla ya fui a comprar. Empecé a consumir diariamente 3, 4, 5 gramos durante aproximadamente cinco meses, me gastaba aproximadamente doscientos euros al día, esto te trae problemas en casa, yo tenía mi trabajo y no lo podía sostener, ya estaba enfermo y solo veía la ocasión de conseguir dinero para comprar drogas. Cuando estás en ese estado haces y piensas cosas que estando bien no se te pasan por la cabeza, eres una bomba, todo lo que pillas lo arrasas, no te da miedo nada.
En casa no tenía relación con la familia, no quería escuchar a nadie. Mi amigo se daba cuenta de mi estado y un día vino a casa a hablar conmigo, entre él y mis padres me convencieron de que tenía que cambiar. Nos comentó que los viernes en la asociación hay unas charlas de terapia, de primeras le dije que sí, pero no estaba convencido, no era consciente del problema que tenía, lo único que me dije en la puerta antes de entrar fue “vamos a por otro viernes sin consumir, a ver si aguantamos” y así llevo de viernes en viernes, casi un año ya.
En la asociación, el primer día te hacen una pequeña entrevista, una pequeña introducción para que te vayas soltando y para conocerte, hablamos todos los que estamos allí, cada uno cuenta que tal la semana, tus problemas. También van mis padres, mi novia y mi hermana.
El cambio lo llevas mal, me acordaba mucho de la cocaína y lo pase muy mal, quieres consumir, sabes que no puedes porque ya estás en la asociación, no quieres decepcionar a tu familia, los tres primeros meses fueron mortales, en uno de ellos empecé a esnifar paracetamol, lo conté un viernes en la asociación, me entendieron perfectamente porque había compañeros que también lo habían hecho, desde aquel día fue yendo todo un poco mejor.
Ahora no salgo igual que antes, he aprendido a cambiar de horarios, sitios, mis amigos de toda la vida los conservo pero los amigos con los que estaba cuando consumía no.
Sigo fuerte, no cambio la vida que tengo ahora a nadie, sin embargo la que tenía antes la cambiaba con el primero que me cruzaba. En poco tiempo, pero en un año me ha dado tiempo para ver cambios grandísimos, en familia, en actitudes, en que salgo por ahí y puedo ir tranquilo, aquí en Villarrubia es un pueblo pequeño y te conoce todo el mundo, en el trabajo lo llevo todo al día, como una persona normal.
Estando en la drogas y en el alcohol no eres nadie, cuando sales la vida te da un cambio que te hace valorar todo lo que hay de otra forma, un paseo, una vuelta en coche, ira comer, ir al cine…
Cuando en tu cabeza está la adicción no tienes otra cosa en qué pensar, es lo peor que hay, no se lo deseo a nadie.
El ir a una fiesta y salir diciendo que no he bebido me llena por dentro, es una sensación única. A veces la gente te ofrece y te dice “por uno no va pasar nada”, yo les respondo “a ti no te va a pasar nada, al que le va a pasar es a mí”.
También tengo un perro, que me vino muy bien para tener menos tiempo libre y estar más entretenido. Salimos por ahí los fines de semana a pasear por la sierra.
Ahora me considero una persona normal con problemas normales.