Blanca Aldea
Blanca Aldea
¡Hola! me llamo Blanca. Soy terapeuta en la Asociación Afasia Activa, dedicada a personas con afasia
¿Es posible que una persona con afasia pueda volver a disfrutar del placer de la lectura?
Muchas personas que han sufrido daño cerebral tienen secuelas que les impiden leer de una forma fluida: cambian letras en las palabras, cambian palabras en las frases, alteran las palabras cambiando los significados, no llegan a comprender bien lo que han leído, por los múltiples errores en la conversión de palabras escritas en palabras leídas…
Muchos afásicos, antes de su afasia, eran ávidos lectores, personas que se emocionaban, aprendían, amaban los libros.
Por si no fuera poco el trastorno en la vida provocado por el ictus, el derrame, el tumor o el deterioro progresivo… con la afasia se va una de la aficiones más queridas que tenemos muchos de nosotros.
Durante la pandemia, todavía semi confinados, Paloma, presidenta de la Asociación Afasia Activa, propuso crear un Club del Libro. Un taller de lectura no había existido antes en la asociación. Recibí la propuesta con cierto escepticismo, ya que en todos los años que he trabajado con personas con afasia, poca gente había vuelto a leer un libro y disfrutarlo.
Paloma es muy intuitiva. El día de la presentación del Club de Lectura en Zoom, pensé que la idea no atraería a mucha gente. Nada más lejos de la realidad: aquel día, varias personas, más de diez, aparecieron en la pantalla, con curiosidad, y sobre todo interés, en el Club de Libro que se acababa de crear, ese mes de octubre de 2020.
La idea era reunirnos una vez a la semana y comentar un par de capítulos de un libro, escogido entre todos. La gente seguía apareciendo, cada lunes, detrás de la pantalla, para mi satisfacción.
En el Club de Lectura no sólo se trabajan las habilidades lectoras, que suponen la capacidad de leer correctamente y comprender las oraciones, sino que también se trabaja: la memoria, para acordarse de los personajes y seguir el argumento; el vocabulario, para aprender el significado de palabras nuevas; la escucha activa, para atender a las opiniones del resto de compañeros; la empatía, para aceptar otros puntos de vista.
Hablábamos de las vicisitudes del Principito, de Oliver Twist, de las hijas de Bernarda Alba. En sus versiones reducidas y adaptadas, pero igualmente buenas. Todas las hojas de las páginas derivaban en temas de conversación; la conversación nunca se nos ha acabado en ninguna de las reuniones.
Los usuarios están implicados, se leen las páginas las veces que sean necesarias para comprender la historia en cuestión, extraen significados que interpretan según su experiencia personal. Cada uno aporta y observa cosas en las que otros no nos hemos fijado.
Avanzamos en los libros poco a poco, pues hace falta leer cada frase varias veces, prestar atención y poner esfuerzo. Se lee con cuidado para luego poder opinar con conocimiento de causa: todos los libros tienen algo que decir, todos nosotros también tenemos algo que decir.
Un año después, hemos ampliado el Club de Lectura, y se han creado tres grupos. Nos vemos en Zoom y también nos reunimos personalmente en la asociación. Este año se espera, igual que el anterior, que el Club tenga éxito y sigamos disfrutando de los libros.
Casi nadie falta a las reuniones. Creo que aportan un sentimiento de comunidad en torno a una de las cosas más maravillosas e increíbles del mundo: una historia desvelándose.
El Club es un punto de encuentro semanal con personas conocidas, que además de escuchar las últimas aventuras del Principito, también cuentan qué tal han pasado la semana, si tienen algún problema… Además de compartir lectura, en el Club también se comparten las malas y buenas noticias semanales.
El fin del Club es retomar el amor por la lectura, aunque implique mayor atención y dedicación, con compañeros que también necesitan ese esfuerzo extra para llegar al final del capítulo.
El fin es volver a leer, el medio es el libro. También son los compañeros, que hacen de la actividad una reunión entrañable que esperamos con ganas cada semana.
Siempre que enciendo Zoom, y los usuarios aparecen detrás de la pantalla, me llevo una gran alegría.