Begoña
Begoña
Areva es el apoyo que tanto necesitaba. No quería reconocer que era una enferma alcohólica y con los compañeros que encontré en el grupo y con la ayuda de mi hija, por supuesto, vi un rayito de esperanza para afrontar una enfermedad que no reconocía, ni me había planteado afrontar. Con ellos aprendí a a tener capacidad para reconocer mi enfermedad, a decir que soy enferma alcohólica y a partir de aquí, a encontrar un caminito para ir solucionando los problemas que mi enfermedad conlleva.
Empecé con quince años, cuando murió mi madre, de cirrosis hepática. De niña, me tocó cuidar de ella, era enferma alcohólica, y viví unas experiencias que yo no quiero vivir ahora, que siempre intenté alejar de mi vida. Ahora, que estoy rehabilitándome, que estoy bien y no tengo intención de volver a la vida que tenía antes, si entiendo lo que pasó mi madre, antes no la perdonaba, hacer las cosas que hacía, era buena persona pero jamás le perdoné que hiciera lo que hizo conmigo, pero ahora si la entiendo, porque era la enfermedad, no era mi madre.
Durante años llevo con el alcohol en mi vida, prácticamente desde la infancia y luego como bebedora social. Tenía una vida más o menos acomodada, mi familia formada, mis hijos, pero por culpa del alcohol se perdió todo. Llegó un momento en que ya lo necesitaba, cuando surgía un problema o cuando había una dificultad, estaba deseando salir de mi trabajo, llegar a casa, estar sola, tomarme las pastillas para la depresión y con el alcohol parecía que te olvidabas antes de los problemas, te evadías, pero te levantabas al día siguiente y los problemas seguían estando ahí y peores aún, con más difícil solución porque no tenías capacidad para solucionarlos.
Hubo que tomar una decisión y mi hija fue la que me abrió los ojos, me hizo ver que le estaba amargando la vida, yo no quería darme cuenta de todo esto, estaba feliz en mi zona de confort, esperando que llegara la noche para meterme en casa, estar sola, beber, tomar las pastillas y se acabaron los problemas hasta el día siguiente.
A raíz de mi separación, yo que soy una persona con poco carácter, el carácter solo lo sacaba cuando bebía, me atrevía a contestar, él no entendía lo que me estaba pasando, mi mal comportamiento que creía que tenía con él, no lo achacaba a mi enfermedad. Fue mi hija quien me puso entre la espada y la pared, y me dijo: " mamá, así no, así no podemos seguir, o buscamos ayuda o me pierdes a mí, pierdes al niño y pierdes todo lo poquito que te puede quedar".
Fui demasiado terca y ciega para reconocer las cosas, me sentía muy sola y no era verdad, mi hija estaba ahí, me estaba siempre abriendo los ojos y ayudándome y era yo la que no veía o no quería ver, hasta que un día surgió y lo consiguió, bueno lo conseguimos las dos juntas.
Buscamos y encontramos a Areva, dimos con Gaspar, ponernos en contacto fue fácil y ellos me lo pusieron mucho más fácil todavía, lo que si me costó, fue entrar el primer día por aquella puerta y dar la cara y afrontar mi enfermedad de una manera abierta, pero fue un primer pasito. Me sentí muy a gusto, me hicieron sentir muy cómoda, no me juzgaban para nada, me sentí muy respetada, sobre todo me hicieron sentir segura de lo que quería hacer, de lo que hice y de lo que emprendí.
A día de hoy estoy muy animada y muy orgullosa de lo que estoy consiguiendo, sin bajar la guardia, es nuestra premisa, no bajar la guardia nunca, porque la enfermedad está ahí y va a seguir estando siempre, pero los problemas que ahora vienen, parece que si tienen solución, dejan de ser tan problemas, me veo capacitada para verlos y hacerles frente.
Esta vida sin alcohol es vida, es una buena vida, no es fácil, no es nada fácil, síntomas físicos, ansiedad. A raíz de dejar el alcohol, desde el primer día que decidí no volver a tocarlo más, parece que todo vino rodado, toco madera, porque sé que van a surgir problemas, pero se solucionan, lo llevo muy bien y lo estoy viviendo estupendamente, con la ayuda de mis compañeros y mi hija. Mi hija está feliz, muy orgullosa de lo que estoy haciendo y me está ayudando mucho, viene conmigo a la asociación y está muy integrada en los grupos.
Mi día a día es maravilloso, cuido a ancianos, en fase de paliativos, me gusta mi trabajo, me suelen venir a llamar o si no lo busco, va surgiendo cosas.
Ahora mismo, estoy recuperándome y dándome algo de tiempo.
Me gusta mucho andar, hago senderismo e hice hace poco el Camino de Santiago.
Una vez leí un artículo en un periódico que memoricé y lo llevo siempre, decía algo así como: " Borrarás la veces falsas, esas noches en las que no sabes despertar, las metas que se te truncaron por culpa del alcohol, por la fatiga, por derribo, pero lo que no se pueden borrar son las ganas, las ilusiones, las ganas de vivir", en definitiva que mi enfermedad no va a poder conmigo, no quiero, no puedo consentir derrumbarme.
Ahora me veo capaz, me veo convencida de pasar por los problemas, aun me quedan cosas por vivir y sueños que alcanzar.
Lo digo desde el corazón.