Baamonde
Baamonde
Hola, me llamo Salvador, tengo 59 años, estoy casado y tengo una hija de 19 años. Nací en Villaba pero soy de Puentes, localidad en la que llevo viviendo más de 30 años. Soy alcohólico, algo que es muy difícil de admitir. Llevo unos ocho años sin probar el alcohol, ni bebidas que ponen sin alcohol, y espero seguir así siempre.
Empecé a beber desde muy joven, cuando salía con los amigos ya íbamos a tomar unos vinos y tapas, cosa socialmente normal, después vinieron los fines de semana y después de las tazas vinieron los cubatas en los bailes o discotecas. A los veinte años me casé y tuvimos una niña, le pusimos el nombre de Loreto. A los tres años nos separamos, esta separación no fue por culpa del alcohol, pero, a partir de ese momento que viviendo solo con mi sueldo menos la parte importante que le pasaba a mi ex mujer, con 23-24 años, sin tener que dar cuentas a nadie, solo tener que ir a trabajar y nada más, empezaron las fiestas y las borracheras asiduamente.
Así hasta los 26-27 años que volví a asentar un poco la cabeza, pero sin dejar de beber socialmente (digo esto porque la sociedad lo ve bien), a los 32 años volví a tener en abundancia grandes borracheras, a veces acompañadas de cocaína, así estuve hasta los 34 años cuando empezamos a andar juntos mi mujer actual y yo. Dejé de beber tanto y la cocaína no volví a probarla, pero seguía bebiendo todos los días, los vinos del mediodía y cerveza a la noche si salíamos, pero sin llegar a emborracharme. Fue una etapa feliz, a los 40 tuvimos una hija que se llama Ana y seguimos tan felices.
En los reconocimientos médicos anuales que hacía ya llevaban diciéndome que debía beber menos, pero no hacía caso, total por un par de vinos no pasa nada. A los 43 años, en un reconocimiento me da la fosfatasa alcalina por las nubes, después de varias pruebas me dicen que tengo el hígado graso y un quiste de 10 cm, pero no sabían si había algo más pues las biopsias daban tejido necrosado. Decidieron operarme y así lo hicieron, me revisaron el hígado quedando con el diagnóstico ya referido.
A partir de ahí paré de beber e iba a revisión todos los años, el tratamiento consistía en comidas con poca grasa y claro, no beber alcohol. Estuve aproximadamente un año y medio sin beber pero, se me pasó el miedo y volví a beber un poco, pero esta vez fue peor porque empecé a beber a escondidas, cuando sabía cuando iba al reconocimiento pasaba un mes sin beber y me daban bien los resultados. Pero mi mujer empezó a notarlo y yo a negarlo y alguna vez me cazó infraganti, yo le prometía que no volvería a beber. Empezaron también los problemas en casa. Cuando tenía yo 47 años, en agosto del 2005 mi primera hija se suicidó, fue un golpe muy duro, que a día de hoy aún está presente, tuve una depresión diagnosticada por el médico de cabecera y sin ir a ningún psiquiatra ni psicólogo me recetó ansiolíticos y tranquilizantes. Estuve de baja, pues con las pastillas al principio me dormía y por supuesto, paré de beber, pero no por mucho tiempo, a los 10 o 11ª meses volvi a beber a escondidas, como me daba cuenta que no podía beber y tomar pastillas, pedí el alta y fui dejando el tratamiento poco a poco, contra el criterio de mi mujer que me decía que todavía no estaba preparado para trabajar. Como siempre no hice caso, empecé a comprar botes de cerveza por packs y a esconderlos y desde que me levantaba hasta que me acostaba bebía unos doce botes, más los que bebía en el bar que eran pocos. Al mediodía, después de comer ya dormía la borrachera de la mañana. Esto fue a peor desde que me jubilé pues tenía más tiempo.
Mi mujer trabaja a turnos en el Ferrol y mi hija iba a la escuela, a esas alturas valía todo lo que tuviera alcohol, empezaron las broncas todos los días, si me decían algo porque lo decían y si no me decían nada ya lo buscaba yo, fue una época en la que mi mujer y mi hija tuvieron que aguantar mucho, muchísimo, pero la razón la tenía yo. Mi mujer me decía que me hacía falta ayuda. Yo siempre hablaba de un compañero que estaba en la asociación Adiante, y lo bien que estaba, ella me decía que porqué no le pedía ayuda, pero yo pensaba que mi compañero era un borracho y yo no, yo controlo, sin embargo empezaba a escuchar una vocecita que me decía que si, que podía ser alcohólico.
Las cosas en casa iban a peor, y entre el alcohol y una depresión que aún no estaba curada, un buen día, después de insistirme mucho fuimos al médico de cabecera mi mujer y yo. Le expliqué mi caso por encima y me dijo que tenía que hacer análisis, ir cuanto antes a un psiquiatra e ir a la asociación de ex alcohólicos Adiante. A mí me parecía todo bien menos lo de ir a la asociación, no lo necesitaba, no era alcohólico y encima estaba en el centro del pueblo e iban a saber todos que era un borracho. Pero salí de allí, pasamos por delante de la asociación y cogimos los números de teléfono. Llegamos a casa y llamamos y me parece recordar que no contestó nadie, llevaba cuatro días sin beber y entre una cosa y otra estaba muy nervioso me dijo mi mujer que fuésemos a dar un paseo y cuando estábamos cerca de la asociación nos llamó Basanta, que es uno de los miembros de Asante. Fuimos, hablamos con él y nos mandó ir el jueves siguiente a hablar con la psicóloga, Belén, así lo hicimos, pero pasar aquella puerta me costó muchísimo. Hablamos con Belén y ese mismo día ya me quedé a terapia y así hasta hoy, al principio fue duro, pero gracias a las terapias, que para mí es lo más importante para poder seguir sin beber, los consejos que te dan, las cosas que cuenta otra gente, que te sientes identificado, antes me parecía que solo me pasaban a mí estas cosas, el día a día con la familia, que poco a poco estoy ganando la confianza que mi mujer y mi hija tenían en mí, porque de tanto mentir y de tantas broncas, no tenían ninguna, con toda la razón según lo veo hoy. Mi mujer también se implicó mucho en casa y también va a terapia para familiares. Desde aquí quiero pedir perdón públicamente a mi mujer Sagrario y a mi hija Ana que quiero muchísimo, por el mucho daño que les hice y también al resto de la familia y amigos que perdí.
Si alguien piensa que tiene problemas con el alcohol que no lo dude y acuda a una asociación, que te reciben con los brazos abiertos.
Muchas gracias a todos y a seguir otro día más sin alcohol.