Ana Torrico
Ana Torrico
Después de varios tratamientos de fertilidad fallidos, las hormonas creo que estuvieron a sus anchas para instaurar un bultito en la mama derecha. Tuve que cancelar el tratamiento y tuve que aparcar mis deseos de ser madre para hacer frente a esta situación. Mis pechos eran fibrosos, atléticos, soy delgada por lo que esos bultos los podía confundir con zona de costillas...pero fue que gracias a mi amiga Natalia a la cual le pedí que me tocara el pecho me dijo si...es un bulto...no es la costilla. Llamé a ginecóloga privada pero no tenía cita hasta varias semanas después.
Viajé a Valencia a un Congreso Profesional, y fue entonces cuando la preocupación me abordo aquel sábado de mayo de 2017. El espejo de aquel baño, de aquella habitación que habíamos alquilado las tres compañeras del Postgrado... estaba situado mucho más abajo de lo normal. Y pude ver con claridad la ligera deformidad de mi pecho, el ligero aumento de vascularización en la zona... pase la noche leyendo en mi móvil sobre los síntomas de cáncer de pecho, mientras mis amigas dormían yo me preocupaba y me daba de bruces, con la posible realidad; había aumentado en esas semanas que esperaba a mi ginecóloga y pensé esto son los síntomas de cáncer de mama. Siempre le había pedido a los médicos que me explorarán los pechos y no habían visto nada en esos meses previos de tratamientos.
Al llegar el domingo a mi casa, hablé con mi madre, le pedí que me tocara y me dijo que si, que ese bulto era algo; fui al trabajo con idea de acabar la jornada e ir a urgencias. Pero comencé y con lágrimas en los ojos de miedo... a lo que se podía venir encima, anule mis trabajos posteriores. En el hospital me exploraron, y vieron que era movible, blando, y que no entrañaba peligro por ello me sentí aliviada; el protocolo no contemplaba una ecografía en ese momento. Debía esperar varias semanas a que me llamaran para hacer la prueba, pero antes acudí a un centro privado y me hice mamografías y ecografías. Este centro contaba con pruebas mías previas de cinco años atrás, cuando daba el pecho a mi hijo y sentí un bulto en la mama izquierda, posible galactocele. En aquel momento no vieron ningún riesgo ni bultos sospechosos de control. Pero gracias a esas pruebas previas, el mismo radiólogo ahora pudo comparar los nuevos hallazgos, numerosos, nuevos, y multifocales. Recomendaba hacer una resonancia para determinar qué zonas serian biopsiadas. Esto no es lo habitual en el protocolo que hacia mi hospital, las resonancias llegan después de las biopsias. Me quede planchada ante ese informe radiológico, y esperaba que llegara mi cita en el hospital para repetir las pruebas. Entregue este informe donde describía la cantidad de bultos, el tamaño y las características. Pero no hicieron mucho caso. No biopsiaron los bultos más relevantes y de las zonas afectadas tomaron biopsias de la última esquina que no estaba afectada de tumor.
Me operaron en septiembre, antes de lo que se suponía, era un fibroadenoma. Pospuse 10 días la operación para pasar mi últimas vacaciones con "mi pecho enterito", solo iban a quitar ese bulto. No analizaron en quirófano, a pesar de haber indicios de bordes irregulares, y cerraron dejando una lesión de bordes afectos. Diversas circunstancias intermedias hicieron que cambiara de hospital. Pero destaco el día que me llamaron por teléfono para decirme sobre las tres semanas de la operación que había células que "no le gustaban nada" que no era cáncer pero que podría llegar a serlo. Estaba trabajando con un grupo de pacientes, eso me dio la fortaleza de mantenerme fuerte, entera y a la expectativa que en ese momento tomé... porque lo mío no era peor que lo que ellos tenían frente a mí, estaban en sillas de ruedas, muchos no podían expresarse, otros no entendían bien, pero todos me querían con locura y yo estaba en "modo hacerlos felices" no podía decaer ante ellos, y esa fue la aptitud que quise tener y mantener.
Estuve enfadada con los médicos que me hicieron los tratamientos de fertilidad y no hicieron pruebas adecuadas antes de comenzar un tratamiento que puede tener estos efectos secundarios: Pero todo ello, hizo que fuera positivo porque nunca perdí la sonrisa, era lo que más miedo me daba no poder reírme con mis amigas y mi familia. Mi carácter de pizpireta, mi bello cuerpito se iba al garete, la verdad es que estaba contenta cuando me plantaba un vestido ajustado, mi pecho era adecuado para mi delgadez, había armonía que había sido moldeada por mi vaivén diario. Era muy motriz, había hecho ballet y mi cuerpo era reflejo de cómo era yo, me sentía orgullosa y me sentía con una figura privilegiada a mi edad. Eso se desvaneció, me quise despedir ligeramente aquel verano que tome rumbo a las playas de Cerdeña, hice fotos maravillosas que jamás se repetirán; me puse los vestidos que ahora están fuera de mi alcance... pero el cáncer iba a ser más grave de lo que imaginaba, y la mastectomía; el grado cero y el paso de ser radioterapia a ser quimioterapia se dio paulatinamente en una progresión natural en la que yo fui protagonista de las decisiones, y tome la mejor opción para mí, llegar a una Unidad de Patología Mamaria con Cirujano Plástico.
Puedo decir, que todo ese camino ha hecho que hoy sea mejor persona, que esté más feliz, que haya encontrado y agarrado con mis manos los pilares de mi vida, que nadie más puede conocer y saber mejor que yo. En estos momentos, se necesita acompañamiento, ayuda, diversión pero la clarividencia hace un hueco en tu cerebro para saber cuál es el camino que deseas para este segundo ciclo de vida que la enfermedad te ha dado.
Siento que no he cambiado en lo sustancial, siempre he reflexionado sobre lo importante en la vida, familia, amigos, trabajo y diversión eran los puntos que quería visualizar. En ellos sigo pero he aumentado algo que me hace subir las defensas mucho, y que cuando voy a la quimio me dice la doctora que increíble... me he rodeado de una chimenea que es la válvula de escape que me hace liberar todo lo malo y así cocer a bueno lento el guiso de mi vida.
Me he apuntado a Interpretación y Cine una actividad que siempre ha estado presente como el sueño de mi vida, me gusta más crear historias, ese es mi plan... Siempre en la vida me dediqué a buscar mi chimenea para sentirme viva, pero ahora la enfermedad me ha dado más tiempo para deshollinar y quitar cenizas muertas, eso es importante para mí. La enfermedad me ha dicho al oído: "Ana has dedicado mucho tiempo a agradar a los demás, pero resulta que ahora te queda menos vida de la prevista, y es el momento de dar todo lo que te queda por sacar a fuera, no escuches aquellos que frenen tus sueños, ellos no van a vivir contigo la tristeza de no alcanzarlos, solo tú vas a saber el resultado de la cuenta emocional, lo que suma, lo que resta, ellos no tienen toda la información". Debemos ser egoístas en esto, las cosas lineales sin riesgo no traen cosas apasionantes, dejarse llevar por las emociones realmente nos sirve de guía.
En este proceso no estoy sola, estoy acompañado de mi familia, mis amigos, de mis pacientes, de médicos, y como siempre he sido observadora de mi propia vida, siempre fui muy preventiva de hacer las cosas por si acaso, no vaya a ser que... pues acepté sin saber que sería algo maravilloso en mi vida las sesiones de Cáncer Coach. Estoy moldeando mi vida, buceando en ella, entendiendo que la rabia, el miedo, el dolor, la alegría, tristeza, todo ello debe salir fuera porque tiene su misión. Cuando el Coach me dijo que llorar y el recogimiento de la tristeza, el duelo tiene la función de crear el contexto necesario para resolver esa pérdida, esas ganas de llorar, esa soledad que produce, ese pensamiento es un cambio de fase para llegar a otra donde las aguas se hayan calmado. Cuando entendí eso, ya no tuve miedo a tener tristeza, la tuve dos días, al tercero noté que ya podía hablar con naturalidad sobre lo profundo de mi ser y de mis miedos ante el cáncer de mama. Por todo eso, y porque mi profesión había sido durante 20 años curar las palabras de la gente sabía que estaba en el camino adecuado para mí.
El día que conocí a Kurere en un Congreso de Innovación Sanitaria, supe que ya iríamos de la mano en proyectos venideros. En aquel momento no tenía sospecha de mi enfermedad. Pero sé que las palabras curan, lo he sabido toda la vida y cuando escuche que existía Kurere fue un bálsamo que no pude dejar escapar. Ahora podré mostrar mis facetas: mi creatividad, mi poder comunicativo, mis emociones, mis conocimientos terapéuticos, mi experiencia como integrante de varias asociaciones de pacientes, mis ideas, mis ganas, mis valores con la enfermedad, todo ello unido en la ayuda a Kurere en forma de Patient Manager, el contacto con los pacientes gestión comunicativa con ellos y las opciones de mejora que podamos alcanzar todos juntos, con sus asociaciones de referencia. Unidos somos más, y podemos trasladar consensos, uno solo no puede. No debemos callar las negligencias, es bueno que todo salga a la luz con respeto, si es para mejorar la vida de los demás.
Palabras que curan es un proyecto que ha sido mi vida de siempre sin saber que me esperaba, que las horas de palabras con amigos y familia me han hecho ser como soy... son como los kilómetros de un conductor, suma experiencia, lo que se dice está lo que no se dice no se ha dicho y no está... ¡hagamos que las palabras acaricien a los demás, reconforten y sean para calmar heridas. Las palabras mal utilizadas podrían matar... eso también lo he visto.
Estoy en mi tercera sesión de quimioterapia, no he dejado que los síntomas paren mi vida y puntualmente acudo los jueves a mis clases de interpretación y Cine porque he decido que SERÉ PROTAGONISTA DE MI PROPIA SEGUNDA VIDA, y ya tengo en mente mi película metáfora del caso...y ya tengo la portada de ese libro que ahora escribo para mí... palabras que me curan todas ellas.
Os seguiré contando porque pasan cosas bellas todos los días y además, esas palabras os pueden curar a vosotras y a mi misma por expresarlas.
Fuerza y sonríe ¡engaña al cerebro! pero llora lo necesario... ¡si se puede!... canta sube el volumen de tu radio y recógete al llanto interior para ver cuál será la batalla del mañana.
Ana Torrico
Patient Manager Kurere