Ana Olivo
Ana Olivo
Treinta y cinco años, paciente oncológica. Me he sometido a una mastectomia radical, linfadenectomia axilar, más reconstrucción de máma. Me han inducido una menopausia precoz debido a mi cáncer hormonodependiente. Por lo tanto mis dolencias son las propias de una menopáusica. Desgaste de huesos, dolor de articulaciones, sofocos, insomnio, cambios de humor...etc. Tengo riesgo de desarrollar linfedema, debido al vaciamiento de ganglios de la axila. Las consecuencias son que no puedo coger peso con el brazo izquierdo, no me puedo cortar, quemar o golpear, y debo estar medicada durante diez años.
Mi cancer de mama supuso plantearme, en primer lugar, no volver a tener más hijos, fue un duro golpe. En segundo lugar prepararme para afrontar un tratamiento de quimioterapia, algo que me sonaba a chino, algo que piensas que nunca te va a tocar y te toca. Empezar a procesar que me quedaría sin una teta, puede sonar frívolo, pero es así, me quitarían parte de mí feminidad, incluyendo mi morena melena, me quedaría calvorota provisionalmente. En ese instante mi vida dio una vuelta, en realidad dio tres mil quinientas cuando me dijeron...Tienes cáncer de mama, con treinta y un años y todo esto con un hijo de tres años al que tenía que ver crecer sí o sí. Mi pequeño mundo se puso patas arriba. Me llené de rabia e impotencia, no es justo, me dije, pero jamás me vine abajo, tuve la suerte de cambiar el chip a modo "lucha" y solo pensaba en curarme para seguir disfrutando de la vida, de mi hijo, de mi familia.
Pasado el tiempo y habiéndome curado, si tuviese que elegir una enfermedad, me quedo con esta. Soy a día de hoy una mujer afortunada, me he curado y vivo feliz. Puedo andar, correr, nadar, montar en bicicleta, bailar, puedo hacer millones de cosas. Me ha tocado el gordo porque lo he superado y la vida me ha dado otra oportunidad para exprimirla al máximo. De una enfermedad tan dura como es el cáncer he sacado cosas muy buenas. Cosas que he aprendido durante ese camino. Aunque suene a tópico, ahora valoro no cada día, si no cada segundo. Doy mi día por satisfecho cuando he visto reir a mi hijo a carcajadas, cuando he abrazado, cuando he compartido alguna emoción positiva, o simplemente me han regalado una sonrisa. Si no tuviese alguna de esas sensaciones al día, para mí, sería un día perdido. A mi de nada me vale terminar un informe a tiempo, tener la casa impoluta, o ser la mujer perfecta. Todas esas cosas son secundarías en mi día a día, por una sencilla razón, esas cosas no me hacen sentir viva.
De esta enfermedad me he llevado personas maravillosas conmigo, y las que tenía han superado la barrera del cariño. También he descurbierto mi fuerza, física y mental, pero sobre todo la mental, esa capacidad de dar la vuelta a la tortilla, de sacar el lado cómico, de quedarme con el lado bueno de las cosas y las personas. La naturaleza ha hecho del ser humano una máquina que responde favorablemente con un combustible milagroso, LA ACTITUD POSITIVA. En esta vida cualquier problema se supera siempre con una actitud positiva. No pretendo que vivas conmigo en mi mundo con Yupi, pero por lo menos, inténtalo. No pienses en cosas que no tienen importancia, no dediques ningún segundo a nada que no te aporte algo positivo. Recréate en las pequeñas cosas, que son las que hacen grandes los momentos. Estira los besos, ríe, sonríe, alarga la duración de los abrazos, nunca menos de seis segundos. Y recuerda, la felicidad es altamente contagiosa.
A día de hoy me siento plena, siento que cada día me llevo algo positivo. Pero porque quiero que sea así. Soy yo la que coge el camino que me hace sentir cómoda, no doy importancia a cosas que no la tienen, no me rodeo de personas que no suman nada a mi vida. Ahí reside mi fuerza, en las cantidades de energía positiva que recibo cada día. Y por supuesto, me veo en un futuro siendo una viejecita adorable de cien años. Y mientras tanto, bailaré, unos días con sol, otros con lluvía, pero nunca dejaré de bailar.
Si os apetece saber más sobre mí y sobre mi propia experiencia me encontraréis en www.anaolivo.com.
Tambien he escrito un libro: YO FUI AGENTE SECRETO; Espero que os pueda gustar y sobre todo, ayudar.
Os dejo el Prólogo; un beso fuerte.
PRÓLOGO
El dolor de cabeza no me deja conciliar el sueño, también entran en juego los treinta grados de temperatura del mes de julio, hago balance de mi último año, seis meses de quimioterapia, uno y medio de radioterapia, una mastectomia radical, linfadenectomia axilar y reconstrucción, más todas las perrereias que eso conlleva, analíticas, pruebas y más pruebas, añadiendo el sentimiento de culpa que causan los daños colaterales.
Voy a contar mi experiencia cancerígena, como ha cambiado mi manera de ver la vida. Y en como me convertí en agente secreto sin comerlo ni beberlo. No pretendo ser cansina contando como hay, o no hay que llevarlo. Me conformo con sacar una sonrisa, una emoción positiva.