Amparo Medina
Amparo Medina
Mi nombre es Amparo y tuve mi primer cáncer de mama con 31 años; era el año 1998 y acababa de tener a mi primer hijo, Dani, que ahora tiene 21 años. Mi madre había fallecido hacía 6 meses, durante mi embarazo, víctima de un cáncer de ovario, después de haber sufrido también un cáncer de mama, como mi abuela, que también murió de la misma enfermedad y lo mismo 4 de mis tías (hermanas de mi madre).
Para mí, con estos antecedentes, cáncer de mama era igual a muerte, de hecho soy la única superviviente en una familia con muchas muertes prematuras por la enfermedad....
Pero lo superé y después de cirugía conservadora, quimioterapia y hormonoterapia estuve libre de enfermedad 14 años e intenté seguir viviendo "como si nada". De hecho volví a ser madre dos veces más y tuve a mi hija Andrea, que ahora tiene ya 14 años y a mí hijo Javi (13 años).
En el 2012, 14 años después del primer proceso, el cáncer volvió a irrumpir en mi vida y a poner de nuevo mi mundo patas arriba. Esta vez fue una recaída local avanzada en el mismo pecho y con el mismo tipo de tumor que el anterior. La recaída fue demoledora y pensé que esta vez no sería capaz de superarlo. Esta vez hubo que hacer una mastectomía radical en la que el borde quirúrgico no salió limpio, por lo que me dieron radioterapia de nuevo en la pared torácica y otra vez a pasar por quimioterapia y hormonoterapia. Al año siguiente de acabar la radioterapia se me rompieron 3 costillas del lado de la mastectomía por una radionecrosis producida por la radioterapia, lo que mermó de forma significativa mi calidad de vida. Fue duro, ya no iba a ser fácil seguir "como si nada", pero conseguí seguir adelante, adaptando mi vida a las secuelas que la enfermedad me estaba produciendo. Al año siguiente me extirparon los ovarios con la intención de prevenir una nueva recaída, pero fue en vano....
En octubre del 2017, cinco años y medio después de la recaída anterior, a 3 meses de haber acabado la segunda terapia hormonal, me diagnosticaron metástasis pulmonares, estadio IV, esta vez ya era una etapa avanzada e incurable de la enfermedad, 20 años después de mi primer proceso. En este estadio, ya no podré seguir "como si nada”.
A día de hoy, la enfermedad ya no es curable, pero como el Ave Fénix que es capaz de resurgir de sus cenizas, así volverá a suceder esta tercera vez y, con 52 años, aunque tal vez ya no me cure (me pregunto si alguna vez lo he estado realmente o solo ha sido un espejismo), volveré a recomponer mi vida , esa vida que el cáncer se encarga cada cierto tiempo de poner patas arriba, cogiendo mis sueños, mis ilusiones y mis proyectos, haciendo con ellos una bola de papel, arrugándolos y lanzándolos por la ventana.
No se lo pienso poner fácil, nunca lo he hecho, por eso mi sueño es convertirme en la cara de la cronificación de la enfermedad metastásica y morirme de vieja, rodeada de nietos y no de forma prematura, víctima de esta enfermedad llamada cáncer que lleva media vida acechándome y que, aunque no ha logrado acabar conmigo, se llevó demasiado pronto a gran parte de mi familia. Porque estoy convencida de que con la ayuda de la investigación esto lo pararemos y el cáncer de mama metastásico dejará de ser una enfermedad mortal y se convertirá en una enfermedad crónica que nos permitirá seguir viviendo. Así que, tal vez, tendré que olvidarme de seguir "como si nada", porque estaré siempre ligada a tratamientos y días de hospital, pero aspiro a poder seguir adelante por muchos años y disfrutar intensamente de este gran milagro llamado vida.