El cáncer de mama había vuelto a mi.vida. ¿O quizás no se había marchado nunca?. ¿Se quedó dormido o me dió una tregua?.

El caso es que 16 años después aquí estaba de nuevo y esta vez para quedarse. Llevaba un tiempo con dolores de cervicales, más fuertes que los habituales, y de la zona lumbar, y yo lo achacaba a la edad y a la menopausia. Estuve yendo al fisioterapeuta y notaba mejoría pero no duraba mucho tiempo. Luego empecé a notar mucho cansancio y los últimos meses con un dolor muy fuerte en el fémur izquierdo por el que tuve que ir varias veces al médico de familia. Me programaron una radiografía y mientras esperaba que me avisaran para hacermela un día me noté un bulto en la parte baja del cuello. Y el dolor del fémur cada dia más insoportable. En este momento me saltó la alarma. Algo no iba bien. Después de pruebas y analizar los ganglios (había más de uno), me derivaron a Oncología. Mismo hospital y mismo oncólogo. Nos volvíamos a ver. Tras las pruebas, el diagnóstico fue demoledor: cáncer de mama metastásico con afectación en los huesos de calota craneal, incontables lesiones en columna vertebral, esternón, costillas, escápulas, pelvis, y fémur izquierdo, Aparte de los ganglios supraclaviculares.

El oncólogo fué claro: "no hay cura". Si soy sincera diré que no me lo esperaba. Iba preparada para que me dijera que tenía otro tipo de cáncer. Eso sí, pero no estaba preparada para escuchar que tenía recidiva del cáncer de mama que había padecido 16 años antes, ahora con metástasis óseas y que era Incurable. Para este diagnóstico no lo estaba. Y aquí estamos de nuevo. Al principio del diagnóstico me sentí desconcertada y perdida. Entré en pánico. En ese pánico que te deja paralizada. Según me dijo el oncólogo tenía riesgo alto de fracturas oséas. Y pasé dos meses con miedo. Miedo a salir a la calle, miedo a tropezar y caer. Salía lo extrictamente necesario y a las visitas del hospital . En casa me sentía más segura. Tenía un hormigueo constante en las piernas y me asustaba la idea de que un día me fuera a levantar y las piernas no me respondieran. Miedo a ser una carga para mí hija. Y sobretodo miedo a morir. No quería ser el motivo de la tristeza o de preocupación de mi hija. Tengo una hija de 27 años . Ella me acompañó a la consulta del oncólogo el día del diagnóstico. Fué un duro golpe para ella. Pasé de dos a tres meses entre el miedo y la incertidumbre. Llamé a amigos y familia para ponerles al corriente, casi a modo de despedida. No entendían . Pero tienes otro cáncer? Tienes cáncer de huesos?. No. Yo intentaba explicarles: Es el mismo cáncer de mama. Pero en vez de salirme en otra mama las células han afectado a los huesos y a varios ganglios. Y no hay curación. Intentaban animarme." Lo conseguiste vencer una vez esta vez también lo conseguirás". Me decían. Es verdad no hay mucha información al respecto. Yo tampoco conocía ningún caso similar. Y después vino la aceptación, o más que aceptación resignación. Yo siempre he sido una persona positiva . Por circunstancias a lo largo de mi vida he tenido momentos difíciles pero siempre he sabido o podido recuperarme. Así que ahora tocaba hacerlo de nuevo. Estaba complicado con el panorama que se presentaba Pero había que intentarlo. Busqué en redes sociales grupos de apoyo. De cáncer de mama hay muchos grupos y asociaciónes y testimonios y en uno de estos grupos me hablaron de un grupo de Facebook de pacientes de Cáncer De Mama Metastásico. Actualmente ya es Asociación. Y fué la luz en mi oscuridad. Poder compartir vivencias, sentimientos y dudas y a la vez dar y recibir ánimos y fuerza. Mujeres valientes tan diferentes entre nosotras y con las que hemos creado un vínculo inquebrantable. Con las compañeras que viven cerca de mi ciudad organizamos encuentros que se han convertido en imprescindibles, llenos de energía positiva. Somos familia.

Si hay algo bueno que me ha traído el cáncer de mama metastásico ha sido conocer a mis compañeras de asociación. Nadie te puede entender mejor que quien está pasando por la misma situación.