Nadie avisó de la colocación de dicha bomba.

Este atentado me produjo graves lesiones, como la amputación de mi pierna izquierda, la pérdida de visión en un ojo, perforación de ambos tímpanos y múltiples heridas abiertas con metralla por todo el cuerpo. 

Tras 15 días en la UVI debatiéndome entre la vida y la muerte, me trasladaron a planta, donde pasé casi 2 meses.

Fue allí donde me dieron la noticia, te han quitado un cachito de pierna, vaya llorera.

Pero mi madre, una mujer llena de fuerza y coraje me enseñó a no odiar y luchar siempre por no quedarme acomplejado y por salir adelante y eso me propuse.

Pensé que nunca más podría andar en bici, pero un día me cargué de fuerza y me puse a ello, no salió del todo mal.

Durante muchos años practiqué ciclismo, trabajé duro para ser un chico normal y sobre todo intentar ser feliz.

A los 45 años me propuse empezar a correr, adquirí una ballesta de fibra de carbono y me puse a ello. Uf, esto es muy complicado!!!! Mi físico no acompañaba, pesaba más de 90 k, pero no me detuve, cada día un poquito más y otro poquito más.

Pronto corrí mi primera carrera de 5 k, se me hizo eterna.

Seguí con carreras poco a poco más largas 8 k, 10 k, y me planteé correr la famosa Behobia-San Sebastián, que se celebra el segundo fin de semana de noviembre, pero una lesión me lo impidió.

El 2018 comenzó con entrenamientos diarios para conseguir mi meta, correr una media maratón en abril, objetivo logrado, pero... ¿por qué detenerse? Seguí con todas las carreras populares que me cuadraba, y en agosto me presenté al Campeonato de España de Paratriatlón en A Coruña, el tiempo fue lo de menos. Tenía pendiente correr la Behobia-San Sebastián y ese año sí que sí, luego le siguieron otras Medias Maratones y más y más carreras.